martes, 25 de octubre de 2011

Perdón

En toda esta colosal operación de propaganda que constituye el comunicado de la ETA hay dos aspectos que me gustaría comentar, que ponen de manifiesto la confusión moral e intelectual en la que vivimos inmersos. Son frases que revelan hasta qué punto la banda ha logrado cambiar nuestra forma de pensar y transferir la culpa de los autores al sistema.

El primer error es la insistencia en que ETA pida perdón. Todo tipo de agentes sociales, políticos y mediáticos se suman a este mantra irritante, a veces bienintencionadamente. Esta petición me parece una indecente estupidez o, tal vez, en el mejor de los casos, una ingenuidad. En el colmo, un famoso chef se ha lanzado a ofrecer un trabajo a los etarras que pidan perdón. La oferta de este mostrenco es el resultado de nuestra decadencia moral e intelectual partiendo del absurdo de esperar disculpas de los autores de la matanza de Hipercor. Hay cosas por las que no se puede pedir perdón. No se puede pedir perdón por matar a una niña de cinco años, por secuestrar y asesinar a Miguel Ángel Blanco, por la masacre de la Plaza República Dominicana y tantas otras atrocidades. No. Es absurdo esperarlo porque supone otorgar a los autores de semejantes atrocidades una calificación moral de la que carecen ya que viven en un delirio, en otra dimensión.

Tampoco me convence esta idea de "que se disuelvan".  Lo de que-se-disuelva es una manifestación de docilidad, de debilidad que dice mucho de nuestra desmoronamiento. ¿Acaso es una ONG?. La idea de que-se-disuelvan lleva aparejada la impunidad porque parece que lo único que se le pide a los etarras es que dejen de serlo y serán perdonados. Pero si esto es así debería valer para cualquier delito: dado que ya no voy a hacerlo más, exijo que se me perdone. Cerremos las cárceles.

Yo no espero, ni quiero que pida perdón, tampoco espero que ETA anuncie su disolución. Yo no espero nada de la ETA y me dan igual sus delirantes comunicados. De un grupo terrorista solo espero machacarlo, desarticularlo, descabezarlo, aislarlo, destruirlo, borrarlo del mapa. Lo demás me parece un híbrido entre Juan Salvador Gaviota y el colaboracionismo francés de Vichy.

2 comentarios:

  1. Comprendo esta visión, aunque lo lo intento ver desde otro punto de vista.

    Para empezar, no van a pedir perdón, su vida criminal se justifica en que son "Gudaris en una guerra sagrada y desigual por la liberación del pueblo oprimido por los malvados estados vecinos".

    Pedir perdón es reconocer que han hecho algo mal, que no debían haber hecho lo que han hecho. No creo que pidan perdón, y si lo hacen será dentro de un texto enmarañado y de autoafirmación, que será suficientemente válido para muchos.

    Que se disuelvan no me parece algo menor. Nunca dirán "nos rendimos", o "hemos perdido". Es el orgullo herido del macarra , lo que dirán como mucho es "nos disolvemos", que ellos lo entenderán como un, "nos vamos, pero porque nosotros hemos querido". Una ceremonia de rendición sólo es posible cuando luchan ejércitos, cuando son fanáticos contra ciudadanos, no se producirá, los malos no tienen necesidad de hacerlo.

    Una disolución, (y entrega de armas), es lo que nos diría que esta vez sí que podemos pensar que van en serio.

    Y una cosa, como bien dices, en ningún delito el perdón es un eximente, aunque arrepentirse y colaborar sí es un atenuante. Es lo máximo a lo que deben aspirar.

    Y es que la ley es o debe ser indiferente a otros elementos como la conveniencia política o cualquier otra consideración.

    Saludos!

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  2. Aquí lo que está claro es que una organización terrorista ha abandonado su actividad violenta para siempre. Que intenten venderlo de una manera tragable para los suyos es comprensible, ¿qué esperabas? Pero lo importante es que esta pesadilla se acabó por fin.

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